domingo, 16 de mayo de 2010

Scout por siempre

Hola a todos. La entrada de hoy es muy rápida y puede ser considerada como un relleno para este blog pero me vale madres que piensen.
Esta vez les hablaré de mis inicios en los scouts. Algunos se han de estar riendo pero creo que no es gracioso ya que quiero decirles que los mitos sobre de que somos ñoños no son ciertos. Somos personas geniales que amamos la diversión. Por cierto, la gente cree que son “boy scouts” pero no es así, o por lo menos en este país. Ese término se usa en Estados Unidos, aquí solamente son “scouts” así que con esto espero que la gente comience a decir el término adecuado.
Creo que ya di muchas explicaciones y también creo que hoy escribo un poco de malas. Esta historia comienza cuando tenía 10 años, antes de dedicarme al judo era un flojo y en mi casa querían que dejara de ver la tele todo el día. Mi mamá optó por meterme a los scouts y yo me negaba por lo mismo de que la sociedad tiene una idea muy errónea de lo que somos, de hecho me burlaba de ellos con mi hermano. Obviamente no pude evitar el día en que tuve que ir a los scouts. Cuando llegue… no recuerdo como fue, solo recuerdo que jugamos algo muy pesado y que al siguiente día no podía levantarme. Fue horrible pero sobreviví. Pasó el tiempo y me gustó estar ahí, luego mis primos entraron (aunque no me salvé de las burlas).
La pañoleta es lo que diferencia a un grupo del otro. La del grupo donde yo estaba me gustaba y obvio quería la mía. Lo que me molestó mucho fue el hecho de que a todos mis primos se las dieron antes que a mi, incluso a mi hermano se la dieron a las 2 semanas y se supone que eso tarda entre 3 y 6 meses. El punto es que si me la dieron. Desafortunadamente no todos eran geniales. Había una persona a la que nadie le caía bien porque era un poco desesperante, lo apodaban perico pero yo casi no le hacía caso.
En el primer campamento aprendes muchas cosas, en especial a saber que es lo esencial para llevar. Te das cuenta que es muy distinto el dormir en tu camita a dormir en una casa de campaña. No solo es la cama, también son los cubiertos, platos, baño, es una lista interminable. Lamentablemente no recuerdo bien lo que hicimos pero algo nunca olvidaré. Cuando llegamos, perico se puso a comer anís y mi guía (el guía es como el jefe del equipo) le dijo que no comiera eso porque se iba a orinar. El no hizo caso a sus advertencias y para el amanecer confesó que se había hecho del baño. Uno de mis primos le hizo burla a tal grado que le contó al jefe de la sección.
Bien, eso es todo por ahora, luego les contaré más de estas aventuras que tuve en los scouts (son bastantes).